
Hace tiempo solía encontrar consuelo en la rigidez histórica. Los hechos nadie los puede cambiar, cierto? Puedes escuchar cien mil fantasías abyectas de lo que fue o no fue, pero la realidad, la historia, los hechos puros y duros nadie los cambia.
Bueno, eso fue hasta que me fui dando cuenta de los pequeños detalles. En mi tierna infancia, por ejemplo, recuerdo el énfasis y la alegría nacionalista de mi profesora de Catalán cuando nos hacia estudiar el Tirant lo Blanch, de ese "gran autor catalán" Joanot Martorell . Tardé años en descubrir que ni la novela ni el autor eran catalanes sino Valencianos.
Mi formación está plagada de estos pequeños errores, leves e inocentes inconsistencias que casualmente apuntan todas a la misma ideología. Si hoy no me hubiera tomado mi pastilla acabaría concluyendo que todo se trató de una inmensa manipulación orquestada por oscuros intereses con un plan definido…
Y sin embargo la demonización del alzamiento nacional, el desprestigio sistemático de la iglesia, las cientos y cientos de películas ensalzando a la mariconeria y el puterío nacional, la educación para la ciudadania… me siguen haciendo sospechar.
Como resultado final de este bombardeo no me extraña nada escuchar o leer el surtido variopinto de estupideces que adornan a los medios de comunicación todos los días.
Al final, lógicamente, nunca me creí lo de que Catalunya es una nación, ni lo de que Franco fuera un aspirante a Hitler bajito y calvo, ni que todos los curas sean malvados pederastas y zoófilos… pero lo que si he conseguido es inmunizarme ante la escandalosa mentira, los gritos desgañitados de los ignorantes, y las memeces a las que, en general, estamos expuestos a diario.
Por eso es que me resulta sorprendente haber recuperado mi capacidad de indignación, y tengo que agradecérselo al grupo Alicate vivo: por pedir que se retiren los nombres de las calles Alemania y Portugal aduciendo que son países fascistas que apoyaron a Franco, y la calle Luceros porque es una palabra que aparece en el “cara al sol”. Todo ello, claro está, bien documentado y respaldado por la ley de memoria histérica.
Lo de estos muchachitos de Alicante vivo, y su rebaño de militantes y “simpatizantes” ha traspasado el límite de lo cómico , de la disculpa por ignorancia. Es simplemente ofensivo que a esta pobre gente se le tenga alejada del frenopático y se le niege la atención adecuada.
Yo entiendo que nuestro sistema de salud está saturado, pero a nadie se le debería negar hoy en día por lo menos una apañadita camisa de fuerza y algún electroshock ocasional… al menos en lo que nos abastecemos de sedantes y antipsicóticos. Recordemos que los enfermos de la izquierda también son personas. No a la crueldad para con los discapacitados mentales!!
Bueno, eso fue hasta que me fui dando cuenta de los pequeños detalles. En mi tierna infancia, por ejemplo, recuerdo el énfasis y la alegría nacionalista de mi profesora de Catalán cuando nos hacia estudiar el Tirant lo Blanch, de ese "gran autor catalán" Joanot Martorell . Tardé años en descubrir que ni la novela ni el autor eran catalanes sino Valencianos.
Mi formación está plagada de estos pequeños errores, leves e inocentes inconsistencias que casualmente apuntan todas a la misma ideología. Si hoy no me hubiera tomado mi pastilla acabaría concluyendo que todo se trató de una inmensa manipulación orquestada por oscuros intereses con un plan definido…
Y sin embargo la demonización del alzamiento nacional, el desprestigio sistemático de la iglesia, las cientos y cientos de películas ensalzando a la mariconeria y el puterío nacional, la educación para la ciudadania… me siguen haciendo sospechar.
Como resultado final de este bombardeo no me extraña nada escuchar o leer el surtido variopinto de estupideces que adornan a los medios de comunicación todos los días.
Al final, lógicamente, nunca me creí lo de que Catalunya es una nación, ni lo de que Franco fuera un aspirante a Hitler bajito y calvo, ni que todos los curas sean malvados pederastas y zoófilos… pero lo que si he conseguido es inmunizarme ante la escandalosa mentira, los gritos desgañitados de los ignorantes, y las memeces a las que, en general, estamos expuestos a diario.
Por eso es que me resulta sorprendente haber recuperado mi capacidad de indignación, y tengo que agradecérselo al grupo Alicate vivo: por pedir que se retiren los nombres de las calles Alemania y Portugal aduciendo que son países fascistas que apoyaron a Franco, y la calle Luceros porque es una palabra que aparece en el “cara al sol”. Todo ello, claro está, bien documentado y respaldado por la ley de memoria histérica.
Lo de estos muchachitos de Alicante vivo, y su rebaño de militantes y “simpatizantes” ha traspasado el límite de lo cómico , de la disculpa por ignorancia. Es simplemente ofensivo que a esta pobre gente se le tenga alejada del frenopático y se le niege la atención adecuada.
Yo entiendo que nuestro sistema de salud está saturado, pero a nadie se le debería negar hoy en día por lo menos una apañadita camisa de fuerza y algún electroshock ocasional… al menos en lo que nos abastecemos de sedantes y antipsicóticos. Recordemos que los enfermos de la izquierda también son personas. No a la crueldad para con los discapacitados mentales!!
2 comentarios:
¡Ja, ja, ja! La ley de "memoria histérica",,,Muy bueno.
Yo también me he ido enterando de ciertas cosas, con el paso de los años. Los socialistas de hoy, con sus disparates, me han ayudado a entender
lo que pasó realmente.
Si, parece que somos varios los que acabamos descubriendo las barbaridades, algo es algo
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